Para Manuel Casal.
Ayer paseaba por el Retiro. Iba concentrada buscando el lugar en donde había quedado con unos amigos para disfrutar del césped, para estar con ellos, para aprender, para vivir... Aunque estaba concentrada, iba atenta a lo que sucedía a mi alrededor. De pronto, la voz de una niña de no más de cuatro años se elevó por encima del murmullo de la gente para decir:
Abuelito, ¿la paz existe?
Aquella pregunta me conmovió. En ese momento pensé en mi amigo Manuel, que ha trabajado toda su vida para que sus alumnos se planteen este tipo de cuestiones e intenten buscar respuestas por ellos mismos, aunque intuyamos que algunas de ellas no las tienen. Manuel, que siempre ha sido una guía para muchas personas, y ahora no hablo de sus alumnos, sino también de sus amigos. Gracias a personas como Manuel, y a Manuel mismo, seguirá habiendo mentes inquietas que se hagan las grandes cuestiones que afectan a la humanidad.
Creo que en el momento en que una niña de cuatro años hace pública la urgencia de conocer los grandes problemas del mundo, aún queda esperanza. Para la filosofía, para la educación, para los filósofos y para los profesores.
1 comentario:
Sí, querida P.. Detrás del tronco en forma de una jubilosa J hay nubes grises, y más allá nubes blancas, y al final se ve que el cielo vuelve a ser azul. Aún queda esperanza. Y todo está por hacer. Todo, no sólo lo que uno ha hecho siempre.
Quiero ver esta fotografía situándome justo al lado de la fotógrafa. Es buen lugar para ver el mundo.
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