Extraño.
Cerrar los ojos y tenerte y oírte decir
“adiós”. Abrirlos.
No estás.
Ya no estás en mí.
Tan sólo eres el puro cosquilleo
de tu carcajada, el
aire que rozó tu aliento
y que no me toca.
Déjame ser aire que bese la arteria dulce de tus manos,
déjame bailar la danza de la vida en tu vientre chico.
Déjame, amor, en paz contigo,
en paz conmigo.
A. G.
A veces pedimos que nos dejen en paz, pero en paz ¿con quién? Muchas veces, con nosotros mismos. Creo que son los versos que más me gustan del poema.
Gracias A. G. por regalármelos y dejar que los publique aquí.
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