Uno a veces busca la complicidad a través de la literatura. Lee con voracidad de león cuentos de Miguel Mihura ansiando encontrar en ellos la clave de esta vida a la que le falta, en realidad, tanto humor. Uno termina de leer uno de ellos y se zambulle precipitadamente en el siguiente, olvidando la tarea del día, que consiste en hacer una crónica fiel de la educación a través de su ley magna, la LOE. La LOE me aburre, me aburre, me aburre... me aburre tanto, que busco alternativas que me sirvan para entender la educación sin tener que pasar por este trámite absurdo que redactan aquellos que parece que no han entrado nunca a una clase de segundo, tercero o cuarto de la ESO -¡¡no digamos primero!!-. Para ello, me sirvo de Juan José Millás y su forma de entender la inteligencia, o me tiro las horas muertas viendo los sketches de los chicos de Vaya semanita, para REÍR. Eso es, para tomarme la educación en serio tengo que reírme... si no, creo que voy a acabar loca perdida...
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