Recuerdo la primera vez que estuve en Barcelona. La única. Verano de 2004 y la arquitectura de Gaudí. A mí la Barcelona real me duró un día, pero la Barcelona fantástica que he creado en mi recuerdo me dura desde entonces. El sol, los azulejos de colores del Parc Güell, las aves, la brisa lejana del mar, Colón, el asfalto, los colores, el idioma, las sonrisas.
Creo que la fascinación que siento por la ciudad de Barcelona es solo comparable por la que siento por Hamburgo y supongo que la que sentiré por Berlín el día que al fin lo tache de mi lista de viajes realizados. Pero la fascinación por Barcelona no tiene una naturaleza geográfica, sino más bien social y cultural. Desde ese 2004 he pensado que Barcelona es la Vanguardia de este país. Desde entonces he pensado que la ciudad condal sería la candidata perfecta a la capitalidad de España. Pero eso lo pienso y no lo digo porque, lamentablemente, vivo en una ciudad -Madrid- de rivalidad sempiterna con Barcelona, en la que he llegado a oír de sus ciudadanos estupideces tales como que dejarían de comprar cava catalán para boicotear la firma del Estatut. Y eso se lo he oído decir también a mentes lúcidas y supuestamente cultivadas.
Pero, ¿cómo no me va a fascinar una ciudad que celebra la muerte del dragón regalando un libro y una rosa? ¿Dónde puede haber más belleza que en la primavera florecida y la lectura detenida de un buen libro? La propia historia de San Jorge tiene un componente tan legendario como la coincidencia de las fechas del fallecimiento de Shakespeare, Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega. Y así, el día del libro, que para los lectores empedernidos podría ser también "el día de las ficciones", se convierte en Barcelona en la excusa perfecta para celebrar la vida. La vida por encima de la vida, que es la vida de los libros.
Y es que todos los 23 de abril me da por pensar que no hay vida después de la muerte, sino vida -libros- después de la vida.
*Por cierto, estamos de celebración también en el blog. Elegimos el 23 de abril para nacer, y de repente las palabras de Eliot ya no me parece que tengan tanto sentido, porque "April isn't the cruelest month"
2 comentarios:
Enhorabuena por tu blog, P., o sea, por entregarnos tu alma a trocitos. Cuando te pones a escribir y nos das lo que escribes, nos das algo tuyo, pero no por eso tú te empobreces, sino todo lo contrario, creces como ser humano, te enriqueces. Es lo paradójico de la generosidad. Te has humanizado mucho estos años con el blog y nos has humanizado también a tus lectores. Que sigas dando para seguir siendo es lo que te deseo. Un abrazo muy grande: un en-cuent[r]o con Casa L.
Gracias, Manuel, por acompañar, por leer y por humanizar también casi desde el nacimiento del blog.
Un beso fuerte.
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