Concebimos este blog como un lugar donde encontrarnos. Como la cafetería que nos iba a faltar este año para comunicarnos, frente a una taza humeante de café de los que hacen agujero.
Sospechaba, desde el principio, que la pretensión de utilizar dos lenguas duraría poco, que al final nos hacemos a nuestra primera lengua y las iniciativas se las lleva el tiempo y la pereza, o la incertidumbre de no estar expresándonos como queremos, que nos falta el matiz que sólo nuestra lengua nos ofrece.
Con el tiempo (y con la distancia) me he dado cuenta de que podemos encontrarnos a través de otras cosas que no sean la lengua. Podemos encontrarnos a través de la música (que también es un lenguaje, sí, pero universal), a través de los paisajes, a través del cine (sea en el idioma que sea, esta vez es el lenguaje no verbal el que nos suscita el encuentro), a través de la naturaleza y sobre todo a través del arte. Hace unos días me encontré mentalmente con una "niñita hispano-belga", a través de un Desnudo femenino de Rosales, y tampoco hace mucho me encontré con un capitán de los de antes a través de Patinir. No dejo de encontrarme con Clara en cada uno de los personajitos de El jardín de las delicias, de El Bosco; ni tampoco puedo evitar encontrarme con Carmen cada vez que veo a los amantes voladores de Chagall.
Con ella, con mi compañera de blog, me encuentro cada vez que veo una escena que ha compartido ya con todo el mundo. Con una escena que hizo suya, que universalizó. Porque ya decía yo que la poesía se universaliza, pero también la pintura. La chica de Edimburgo hizo suya a una mujer ausente, sentada en una habitación de hotel. Y desde el momento en que la hizo suya, soy consciente de que a mí no me pertenece de la misma manera.
Hoy me voy a encontrar con M. a través de Hooper.
¿A través de qué cuadro te encuentras tú con tu gente?
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