3 de diciembre de 2008

Besos

Ya lo decía Manuel...

Y Salinas decía aquello de:

¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!


yo sustituyo la asepsia de "pronombres" por:

¡Qué alegría más alta:
vivir en los besos!



Pues sí. Uno besa o es besado y entra en el mundo alucinante del cariño. Del desahogo emocional, de los cuerpos que se rozan. Tengo un amigo que dice que las relaciones por internet no le gustan, ya que le niegan a las personas el goce de sentirse, de tocarse. Y es verdad. ¡Qué alegría cuando recibes un abrazo o una caricia! y alegría mayor cuando esos gestos significan "estoy aquí, contigo y me importas".


Uno se puede sentir querido en muchas ocasiones, pero es cuando tiene al otro entre sus manos, cuando unos labios rozan sus mejillas o una mano amiga acaricia el pelo, cuando de verdad siente una punzada de ternura que lo atraviesa. Para eso hay que distinguir cuando el beso pasa de ser un puro trámite a la manifestación más hermosa de la amistad o del amor. Si estamos atentos, y estoy segura de que tú lo estás, nos daremos cuenta de cuando se atraviesa la barrera de las relaciones extrapersonales y se pasa a las más íntimas. También es cierto que hay algunos tímidos a los que les cuesta eso de darse al otro, pero éstos, que creo que han llegado a un grado de evolución mayor, son capaces de transmitir lo que sienten con una palabra o con una mirada, han abandonado el primitivismo de la carne que se toca y son capaces de tocar con el alma. Para los que aún estamos en niveles de evolución anteriores nos cuesta entender esa falta de calor.


Por eso, hoy te lanzo desde aquí un mensaje: besa, besa, besa, besa y siente a los demás. Es la manera más hermosa de vivir humanamente.


3 comentarios:

Iago Morais dijo...

¿La foto de Louis Garrel es casual o es un guiño?

Besar es un arte solo al alcance de los que "son capaces de tocar con el alma".

Falsirego dijo...

Aquí no hay nada casual, Iago.

Anónimo dijo...

También de salinas es

"Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.

El Tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
-¿adónde se me ha escapado?-
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos."