11 de diciembre de 2008

El horror

Literalmente 'atrocidad, monstruosidad, enormidad'. Eso pone en el DRAE (el diccionario académico). También tiene otras acepciones: 'sentimiento intenso causado por algo terrible y espantoso' o 'aversión profunda hacia alguien o algo'.

Si nos paramos a pensar la cantidad de veces que pronunciamos esta palabra o los adjetivos que derivan de ella -horroroso, horrible-, a lo largo del día, nos damos cuenta de que hay algo en el mundo que no funciona. También es posible que seamos un poco exagerados y poco exigentes y selectos a la hora de escoger nuestro léxico; aún así, esta recurrencia en el uso del horror me supera. Porque "horror" es una palabra -seis inocentes letras colocadas una detrás de otra, para representar cuatro fonemas, lo que da una idea de la importancia que tiene para nuestra cultura-, una palabra llena de significado negativo.

El horror se utiliza, cada vez más, como forma de diversión. Las librerías y las carteleras de los cines están llenas de historias de horror, que utilizan el horror como medio para alcanzar el placer. Y yo me pregunto, ¿nos estamos volviendo locos? ¿No tenemos suficiente con el horror real, el del día a día, que aún necesitamos consumirlo en forma de ficciones? A veces la perversión llega hasta tales límites, que somos capaces de regodearnos del horror ajeno, de hacer chiste con él, de olvidarnos de su significado. Y eso sí que es horrible.

Es doloroso ver cómo el horror se describe en las noticias sin un mínimo cambio en la entonación del presentador de turno. Estoy segura de que los enseñan para que no demuestren pena, compasión o empatía en su voz. Para que pasen de contar el último atentado en Euskadi, al gasto promedio de cada familia estas Navidades. No olvidemos que vivimos en una sociedad feliz. Nos bombardean con las imágenes de esa viuda que lleva el horror metido en el cuerpo y no nos enseñan a reflexionar qué está pasando, por qué nos deshumanizamos de tal manera que en este minuto odiemos el terrorismo y en el minuto siguiente estemos pensando en comprar un kilo de camarón de Huelva, que mañana a lo mejor sube el precio.

Ya sé que no es ahora época para ponerse a pensar en cosas serias. No. Estamos muy preocupados con los regalos y la cena de Navidad. Las muertas de Ciudad Juárez no son nuestra prioridad ahora, además eso ocurre en México; las torturas de Guantánamo, los niños soldado, la ablación de clítorix,... ¡bah, eso pilla lejos! Ahora, que en mi casa este año no falte de nada, que se vea que estamos superando la crisis...

Y la crisis de valores, ¿cuándo la superamos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Horror y ficción. Habría que pensar si hay relación entre el horror y la ficción. Entre la literatura o el arte sobre el horror y el arte de ficción. Y el papel que juega el horror en la vida cotidiana. ¿Es una vía de escape de lo cotidiano, de lo cercano? ¿Es otro mecanismo de huida?

comeltiempolavida dijo...

se me han puesto los pelos de punta con tu escrito. y qué razón tienes. y qué culpables somos todos de esta situación.estamos anulados en cuanto a sentir algo por el horror que se vive en las calles, en las casas, en los países o incluso dentro de las personas mismas.
gracias por recordárnoslo.