Un querido amigo bloguero hablaba ayer sobre la importancia y el significado que para nosotros tiene la expresión "te quiero". Me acordaba ayer de la cantidad de poemas que se han escrito haciendo mención a la tan sobada expresión y también me preguntaba si no ha perdido algo de su significación primera. Me acordé de Benedetti, que en la lucha política e ideológica quería porque las manos de su amada "saben gritar rebeldía", también me acordaba de Cernuda, que quería y lo expresaba con el sol, con el viento, con las nubes... es decir con la naturaleza, y aún así pretendía traspasar la vida y querer en la muerte.
Pero me olvidaba de Jaime Sabines, un poeta al que leo y releo y no me canso de leer, porque en sus palabras hay vida, porque en su tenue voz de hombre octogenario sigue habiendo la fuerza de un muchacho. No me canso de leerlo porque lo leí por primera vez en 2003, casualmente, y me imaginé cómo sería, de dónde sería: me imaginaba a un joven cuarentón, quizás catalán. Tras una mínima investigación, descubrí que el que se había convertido en mi poeta favorito, había muerto en 1999 y era mexicano. Desde entonces sigo leyéndolo frenéticamente, sin descanso. Porque también supo llenar su mito mi gran amigo mexicano Diego.
Hoy mismo, he vuelto a toparme con él y con un nuevo "te quiero":
TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA
Te quiero a las diez de la mañana
y a las once y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma
y con todo mi cuerpo a veces en las tardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde
o a las tres...
cuando me pongo a pensar en nosotros dos,
y tu piensas en la comida o en el trabajo diario,
o en las diversiones que no tienes,
me pongo a odiarte sordamente
con la mitad del odio que guardo para mi.
Luego vuelvo a quererte,
cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mi,
que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre,
que mis manos me convencen de ello,
y que no hay otro lugar en donde yo me venga,
a dónde yo vaya mejor que tu cuerpo.
Tu vienes toda entera a mi encuentro,
y los dos desaparecemos un instante,
nos metemos en la boca de dios,
hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente,
y hay días también hay horas en que no te conozco,
en que me eres ajena como la mujer de otro.
Me preocupan los hombres,
me preocupo yo, me distraen mis penas,
es propable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves , ¿quién podría quererte menos que yo?
Amor mío.
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La voz es la del propio poeta, en un homenaje que le hicieron en México, cuando cumplía 80 años. Este poema me gusta porque es absolutamente humano, en él se mencionan el amor y el odio, se compaginan, como en la vida misma. Y también se habla de sexo en uno de los versos que creo que más me gustan de la literatura en español: "nos metemos en la boca de dios", y dios con minúsculas. ¡¡Qué preciosa metáfora para hablar de sexo!! No dejéis de leer a Jaime Sabines, porque merece la pena. Un poemario suyo que no necesita excusas para ser leído:
Yuria