14 de septiembre de 2008

Reeducar a Madrid



Miles de ciudadanos salieron anoche a las calles de Madrid a disfrutar de La noche blanca. Yo me acerqué por las calles del centro, a ver qué encontraba por allí, y además de un ambiente increíble, tuve la suerte de llegar a tiempo para uno de los pases del concierto de órgano de varias piezas de Bach que se ofrecía dentro de la Catedral de la Almudena. Diez minutos antes del comienzo de éste, un sacerdote -no recuerdo ahora su jerarquía- nos relató la historia completa de la edificación de la catedral, además de soltar un mini discurso religioso-moral. Yo casi pensé que tenía que decir Amén. Eso no fue lo peor.

La catedral estaba abarrotada de gente, el sacerdote consiguió que todo el mundo se sentase en las bancadas y apagase los móviles y pidió que la gente permaneciese dentro del templo hasta que concluyera el concierto, que duraría media hora. Pues bien, a los quince minutos de que comenzara el concierto, y tras la incertidumbre de cientos de personas por averiguar de dónde provenía esa música tan aburrida -pensarían ellos-, empezaron a desfilar cuerpos y más cuerpos de madrileños resoplando que se dirigían hacia la salida. El goteo de gente, que comenzó a los quince minutos, no paró hasta que terminó el concierto. La mitad de la gente no aplaudió, y muchos de ellos bostezaban y cuchicheaban sobre lo aburrido que había sido aquello. "¡Vaya, yo pensaba que Bach era más movidito!", pensaría más de uno.

Los que fuimos a disfrutar del órgano de la Almudena y de Bach, lo conseguimos. Sólo fue cuestión de cerrar los ojos y dejarse inundar por una apoteosis bachiana de madrugada. Eso sí, los que se aburrieron tanto, que aprendan a leer los programas, porque en el folletito que daban a la entraba lo decía bien claro: Bach y órgano.

1 comentario:

elgritodeltiempo dijo...

pensaba ir y no fui, al final pasa lo mismo de siempre. la gente abarrota "teatros" y sale a midad de la función.
pasa por el blog, I have a small surprise!:o
bss