19 de noviembre de 2008

Escribir.

Hace unos días hablábamos de leer y decíamos que es una acción semánticamente muy amplia, ya que significa muchas cosas y todas diferentes, a la vez que complementarias.

Escribir es también algo así. Para empezar, está íntimamente ligado con leer (ya sean libros, conductas o ideas). Nos pasamos la vida leyendo mentalmente y escribiendo mentalmente. Organizamos mentalmente nuestro discurso oral, lo pensamos, y para ello empleamos -la mayoría de las veces- el lenguaje. Enhebramos palabras con significado y las pronunciamos: las escribimos con los órganos fonadores, si se me permite la analogía.

Escribir es, por tanto, decir. Decir al mundo. Habrá quienes no estén de acuerdo conmigo en que hablar es escribir. Claro. Estamos acostumbrados a separar tajantemente el lenguaje oral del lenguaje escrito. Hay un abismo que los separa. Hay un abismo tan grande, que un adolescente de la ESO te puede relatar con el mayor entusiasmo del mundo la última película que fue a ver al cine, y sin embargo, es incapaz de plasmar esas ideas por escrito. ¿Por qué tenemos miedo a escribir? Creo que he dado con el quid. En realidad no tenemos miedo a escribir (ese mismo chico envía cartas y notitas a sus compañeros durante una clase y quizás escriba en un blog o en un diario). ¿Entonces? Tenemos miedo de que nos lean, de cometer errores sintácticos o gramaticales, de que nuestros textos no interesen... O simplemente no tenemos la necesidad de decirle nada al mundo, y por eso nos da pereza escribir cuando nos obligan. Estoy convencida de que por muy bien que escriba un periodista, por ejemplo, y por mucho que le guste escribir, le costará mucho escribir por encargo. Lo vemos claramente con nuestros amigos periodistas blogueros. No escriben siempre. Sólo cuando lo necesitan.

Yo necesito escribir a menudo. Es como dejar una pequeñita huella de mi paso por el mundo. Otros pintan, se hacen actores, descubren el antídoto contra una enfermedad o se van de misiones. Nuestro objetivo en el mundo es dejarnos ver de alguna manera. Para mí, escribir es la mejor de esas maneras. Pero SÓLO CUANDO RESPONDE A UNA NECESIDAD.

Y tú, ¿por qué escribes?

3 comentarios:

Iago Morais dijo...

Coincido en todo lo que dices. Tienes razón, incluso siendo "periodistas", escribimos solo cuando y porque lo necesitamos.
Me gustaría escribir mucho más pero, si no lo hago por canalizar un sentimiento, ni tengo ganas, ni queda tan bello.

Manuel Casal dijo...

La respuesta a tu pregunta no puede ser simple. No existe nada que sea simple.

Por una parte, yo escribo por soltar al mundo lo que parece que llevo dentro y colaborar así a la tarea colectiva de intentar entender en qué consiste esto de vivir.

Y por provocar, en el mismo sentido en el que tú me provocas diciendo "Y tú, ¿por qué escribes?". La enseñanza (y el aprendizaje), decía José Luis Sampedro, es amor y provocación. Si nos provocáramos todos entre sí, aprenderíamos más y seríamos más humanos.

Y, también, por crear, por sentir la inigualable experiencia de ponerte a escribir y ver que te surgen ideas imprevistas, inesperadas, que no sabías que tenías, pero, que en medio de la escritura han ido fraguándose, gestándose, surgiendo de vete a saber qué experiencias alojadas cualquiera sabe dónde.

Y también porque me parece una de las actividades más nobles que un ser humano puede desarrollar: darle a los demás algo de lo mejor que uno tiene. O, al menos, de lo que cree que es mejor.

Y porque hay veces en las que no es que si no escribo reviente, pero casi.

elgritodeltiempo dijo...

todos sabemos k yo no escribo...
jejeje
yo copio! pero supongo k escribir te abre la ventana al mundo de los sueños,no?