25 de noviembre de 2012

25 de noviembre, día internacional contra la Violencia de Género


Agustín García Calvo, el ya fallecido filósofo español, lo supo expresar con una afirmación breve, pero llena de verdad y de pureza: libre te quiero.

De otra libertad muy diferente hablaba Cernuda, la de estar preso en alguien, cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío. El tiempo pasa, y con él las relecturas de obras que son clave en la vida de uno. Este último poema de Cernuda, que supuso un antes y un después en mi vida de lectora, lo retomo ahora, con otra libertad diferente, y machaca todas mis ideas e ideales de lo que significa amar, ser amado y -¿por qué no?- ser mujer. 

La violencia de género es un tipo de violencia que nace desde una supuesta raíz amorosa. Porque te quiero, te quiero mía. Como te quiero, te quiero así. Te quiero, y te condiciono. Y así hasta llegar a unos extremos en los que la obsesión -nunca el amor- se convierten en dolor y en daño. Y no solo eso, sino en un dolor y un daño muy conscientes, producto del egoísmo más espantoso. Dice el refranero que quien bien te quiere te hará llorar y no puedo estar más en desacuerdo con el saber popular. Quien bien te quiere, no querrá nunca hacerte sufrir. Pero no nos enseñan estas cosas en la escuela. Vemos películas románticas, leemos novelas o revistas y vamos, poco a poco, aprendiendo una forma de amar incorrecta, llena de errores y de faltas. Y solo el tiempo, el ejemplo de otras personas y la reflexión pueden enderezarla. 

Desde la adolescencia malinterpretamos lo que es amar y lo entendemos desde las palabras de Cernuda como estar preso en alguien. Hay que hacer un trabajo profundo de concienciación, de dignidad, de humildad y de amor puro para comprender de verdad que la única forma de amar verdaderamente es la que nace de la libertad del uno+uno y nosotros, no del uno+uno=nosotros. De eso sabe mucho L. y me lo explicó el otro día. Y así, con esta combinación, podemos lograr entender las necesidades del otro, las nuestras, las de ambos; sin exigencias, sin imposiciones, sin violencia física, verbal o psicológica, regalándonos el espacio y el tiempo que necesitamos e intentando siempre no hacernos daño consciente o inconsciente.

Ya Cervantes hablaba de la mujer libre, la que por encima de imposiciones sociales y culturales había elegido dedicarse la vida a sí misma y a la naturaleza, una Marcela poderosa y libre:

Yo nací libre,  y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos.

Tuvieron que pasar siglos para que el ser humano entendiera que la mujer puede vivir libre sin vivir en soledad.  Puede amar y ser amada desde la libertad. Y ese derecho lo tenemos todas y a todas se nos tiene que permitir. Y a todas se nos tiene que enseñar. Es el mejor regalo que ofrecerle a las niñas de hoy y las mujeres del futuro: su libertad.