Tengo tres días. Tres días para leer sobre el silencio. Tres días antes del estreno. Me explico. Manuel Rivas, de quien he sido ferviente lectora hasta hace unos pocos años, escribió hace algunos una novela titulada Todo es silencio. Esa novela ha pasado de mano en mano por casa y aún no se ha detenido en las mías. A veces, no sé muy bien por qué motivaciones, nos apetece menos leer unas u otras cosas. A mí, de repente, se me quitaron las ganas de leer a Rivas, y ni leí Los libros arden mal, ni este Todo es silencio. No tengo ninguna razón para ello.
A estas dos novelas se me acumula el estreno reciente, Las voces bajas, cuyo título me trae reminiscencias de la Premio Nobel Müller. Y esta sí, de nuevo no sé muy bien por qué, tengo muchas ganas de leer.
A pesar de todas estas ganas esfumadas de Rivas, de repente hoy me ha entrado una necesidad imperiosa de dar cuenta de Todo es silencio. Para ello sí hay una razón: el propio Manuel Rivas. He vuelto a escuchar su voz esta tarde. Yo conducía hacia casa y él respondía a las preguntas de Carles Francino, en la Ventana, de la Ser, un magazin de entretenimiento radiofónico que me encantaría que me inyectaran por los oídos a todas horas, para ser un poquito más persona y disfrutar más de la vida con los regalos que tiene que ofrecernos. Lo que iba diciendo: yo venía conduciendo y él hablaba sobre esta novela del silencio a propósito del estreno de la película homónima, basada en su texto, y dirigida -supongo que magistralmente, como siempre- por otro de los grandes del panorama cultural español: José Luis Cuerda.
Quiero leer la novela y ver la película. Y seguir escuchando a Francino.
Porque en un momento triste de la cultura de este país, aún los artistas siguen creando, siguen dando lo mejor de sí mismos -sin subvenciones- para que su público siga comprometiéndose con los problemas fundamentales de la vida: el amor y la supervivencia. Dicen que a todas las crisis, a todos los desastres siempre sobrevive el más fuerte. Yo añadiría que también el más formado, el más sensible, el que más fácilmente puede comprender las realidades que se le presentan frente a sí porque ha sido cultivado para ello. La cultura es el motor de nuestros cerebros y nuestros corazones. La cultura es el motor de nuestra existencia como homininos; en ella reside el origen de las civilizaciones. No dejemos que nos la quiten. Como dice un personaje de la película de Cuerda, probablemente pensado por Rivas, NO TODO TIENE PRECIO.
#NOSINCULTURA
1 comentario:
como siempre las P. compenetradas :) y yo pensando en hacer mi primer trabajo de Literaturas hispánicas sobre nuestro querido Manuel Rivas!
te mantengo informada!
un besote muy fuerte!
p.
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