2 de enero de 2009

La luna 2



Otra vez la luna. Siempre la luna.
Esta vez, por Sabines:

LA LUNA

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.


De Otros poemas sueltos, Jaime Sabines, que hoy vuelve a mi lista.

1 comentario:

Catalina GG-H dijo...

Para ampliar nuestra panorámica lunar, te canto mi poema de luna favorito:

La luna
(A María Kodama)

Hay tanta soledad en ese oro./
La luna de las noches no es la luna/
que vio el primer Adán. Los largos siglos/
de la vigilia humana la han colmado/
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.//

Jorge Luis Borges

Gracias, Falsirego, por el tuyo de Sabines.

CGG-H @->--